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Autoestima y autoaceptación

Tabla de contenidos del artículo

¿Puedo ser feliz sin autoestima?: La autoaceptación

Cuando escuchamos la palabra autoestima pensamos en algo beneficioso. Si te dijera que la estimación de sí mismo puede ser un riesgo para la salud mental, ¿qué pensarías?

La Estima

Según el Diccionario de la Real Academia Española, la palabra estimar se refiere a «Calcular o determinar el valor de algo», también, «Atribuir un valor a algo», y, sólo en su tercera acepción, se define como «Sentir afecto o aprecio hacia alguien». Este tercer uso del término es el que genera confusión, porque actúa como una cortina de humo que dificulta ver la naturaleza evaluativa de la estima.

Estimamos a los demás de acuerdo al valor que atribuimos a sus rasgos o comportamientos, porque damos una buena calificación a su sentido del humor, su carisma, colaboración, compañía, inteligencia o apariencia física, entre otros, dependiendo de nuestras necesidades y sistema de valores. Esto implica que alguien deja de ser estimable, si pierde la característica en la que nos basamos para evaluarle de forma positiva, o si deja de satisfacer nuestras expectativas.

Si te parece que este planteamiento es ajeno a tu realidad, concéntrate en recordar los desacuerdos que has llegado a tener con otras personas, te darás cuenta que muchos de ellos fueron producto de las apreciaciones negativas que hiciste de sus conductas, o viceversa. Incluso con seres que amas o amabas, tus sentimientos hacia ellos se afectaron cuando manifestaron características que evalúas insuficientes, o no actuaron del modo que estimas aceptable o sobresaliente.

Es común que la estima que tenemos de alguien cambie de forma radical después de una desilusión, como se puede leer en el artículo «El amor herido». Le condenamos de manera general por actos individuales, es decir, desestimamos todo su ser en vez de aceptar que uno o varios de sus comportamientos fueron reprochables para nosotros. Así, terminamos juzgándole como una mala persona o un individuo detestable. Nos cerramos a entender su situación y le rechazamos.

La forma más habitual de estimación es el prejuicio. Según el cual criticamos, menospreciamos y apartamos, a quienes demuestran una o varias particularidades que pensamos son nocivas, por ejemplo, su orientación sexual, su creencia religiosa, su color de piel, su género, su edad, su condición socioeconómica y un largo etcétera. Negándonos a percibir aquellos atributos que podemos considerar adecuados, sanos e incluso enriquecedores de ese otro ser humano.

La Autoestima

Como vimos, la estima depende del sistema de valores, actitud crítica y tolerancia de cada quien. Igual sucede con la estimación propia. Muchas personas son su peor inquisidor y se destruyen con cuestionamientos constantes, recriminaciones y arrepentimientos. Otras se idolatran y niegan cualquier aspecto de su personalidad que esté perjudicando el logro de sus objetivos, sus relaciones interpersonales o su paz interior, encasillándose en la búsqueda de culpables.

Tanto la autoestima baja como alta generan creencias absolutistas e irracionales propias, entre ellas, que sólo se tiene valía si se es exitoso, que sobresalir garantiza la felicidad, que no lograr los objetivos es causa inequívoca de profunda frustración y que se puede ser superior o inferior a los demás. Lo cierto es que nadie es buena o mala persona, sólo gente que acierta y se equivoca, ni ángeles ni demonios, humanos.

Este tipo de ideas, fruto de la auto-evaluación generalizada, ponen en riesgo la salud mental, porque producen exigencias autoimpuestas del tipo «Tengo que conseguir esto, porque de lo contrario me verán como un fracaso», «Necesito tener pareja, porque si no pensarán que hay algo malo en mí», «Es mi obligación actuar bien en todo momento, o creerán que tengo un problema», «Si logro mis objetivos sin duda seré mejor que los demás, por tanto mereceré que me traten con privilegios».

Pensamientos como estos generan desadaptación del individuo a su medio social, ya sea porque se minimiza y teme ser rechazado, o porque se sobreestima y desprecia a las personas a su alrededor. Además, le hacen susceptible a la desaprobación de los otros, a experimentar ansiedad, enojo, depresión y problemas psicológicos varios. También producen frustración, por la imposibilidad de mantener todo el tiempo las conductas consideras ideales o por no lograr los objetivos a cabalidad.

Se entiende que la alta y la baja autoestima son las caras de una misma moneda, depende de la forma en que se decida juzgarse. En ambos casos se confunde la valoración de características singulares con la apreciación general, «soy lo máximo» o «soy lo peor». Ninguna de las dos es cierta, debido a que nos conforma un conjunto inmenso de rasgos que se manifiestan en un sinnúmero de comportamientos, de acuerdo al rol que estemos desempeñando en cada contexto.

Por tanto, realista es considerar nuestras conductas por separado, valorarlas para establecer nuestros puntos fuertes y aspectos a mejorar. Sin condenarnos al desprecio propio ni a la egolatría.

¿Qué pasaría si en vez de estimarte de forma positiva o negativa, aceptas incondicionalmente todas tus virtudes y dificultades, sin juicios, críticas, reproches ni soberbia?

La Autoaceptación

Albert Ellis, fundador de la Terapia Racional Emotiva, descubrió que las personas más felices son aquellas que se aceptan a sí mismas plenamente y sin condiciones, independiente de sus logros, capacidades, aciertos o equivocaciones. No basan el concepto que tienen de sí mismas en rasgos o comportamientos aislados. Tampoco en la opinión de otros, así que no buscan su aprobación, respeto o amor, no prestan atención a sus críticas ni rechazo.

Abortan el uso de juicios, señalamientos u observaciones, en cambio, utilizan recomendaciones y ofrecimientos de ayuda cuando están en desacuerdo con alguien. Esta filosofía de vida los libra de la búsqueda de culpables para los problemas que se les presenta en el camino, asumiendo la responsabilidad que les corresponde en cada situación. Por tanto, son capaces de reconocer cuando han cometido un error, concentrando sus esfuerzos en enmendarse en vez de lamentarse.

Esto quiere decir que sólo aceptando cada una de nuestras dificultades podemos enfocarnos en mejorar. Si nos juzgamos de modo global negativamente y nos sentimos culpables, nos estancamos en castigarnos en vez de enfocarnos en avanzar. De forma similar sucede si nos evalúamos unicamente de forma positiva, en nombre del amor propio creamos una imagen idealizada de nosotros mismos y no logramos ver las características que obstaculizan nuestras metas y crecimiento personal.

También es necesario aceptar cada una de nuestras aptitudes, identificar lo que nos agrada de nosotros mismos, respetar nuestros propios esfuerzos, entender nuestras propias luchas y agradecer los talentos que tenemos. Dar la justa importancia a cada uno de nuestros aspectos positivos, para utilizarlos a favor de la consecución de nuestros propósitos. Dejar de estimarnos, apreciarnos, valorarnos o evaluarnos (todos sinónimos), para aceptar cada una de nuestras debilidades y fortalezas.

Conclusión

La autoestima es una evaluación generalizada de sí mismo, que crea exigencias e ideales irracionales que atentan contra la salud mental de la persona. La solución es la auto-aceptación incondicional, que permite tener claridad sobre los aspectos positivos y a mejorar de uno mismo, basándose en la apreciación de características particulares.


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